
Con una extensión de 230 metros y un ancho de 40 metros esta zona de la costa es una de las más solitarias, con un nivel de ocupación bajo, incluso durante el verano. Ya que el oleaje de esta parte de la isla es uno los más fuertes y estables de la fachada litoral, nadar no es muy seguro pero a veces hay buenas condiciones para practicar el surf.
En el extremo izquierdo de la playa hay un dique natural que sirve de rompeolas. Pasando el malecón la marea es baja y los turistas aprovechan el espacio para pasar un rato agradable y en soledad.
La arena es dorada con arrecifes naturales y aguas cristalinas. Esta es una de las playas más visitadas en la región, especialmente por los naturistas. No ofrece ningún servicio ni se pueden ver bares o restaurantes en los alrededores.
La forma más fácil para llegar hasta la playa es en coche desde el pueblo de Tindaya o Los Molinos.